Hoy voy a hablarte de un ejemplo local, pero
del que puedes extraer conclusiones allá donde estés. Escuchando un programa de
radio, de una emisora nacional, en su desconexión local evidencié como (¡por
fin!) hay alguien más que ve más allá de su ombligo.
Habitualmente escuchamos, en nuestro entorno,
como nos cuentan las bondades de lo que nos rodea. ¡A ver iluminad@s! Si yo
vivo en un paraíso natural, al menos que sea un inconsciente, lo disfruto todos
los días porque vivo en él. A mí no me tienen que vender nada, yo ya lo compré.
Bien, pues esta evidencia parece no estar tan arraigada como piensas y resulta
que existen auténticos expertos en ombligos, pero solo en el suyo propio.
Entonces, alguien pensó (y le felicito) que en
el programa de radio había que hacer una conexión con otra provincia cercana de
manera que se estableciera el principio de ganar-ganar. Esto es, cada uno
explicaba y vendía al otro (y por añadidura a toda la audiencia ajena) las
bondades de su producto.
Ahora, si me giro y empiezo a observar las
actitudes “comerciales” de las compañías, veo que muchos de ellos están
adorando a su ombligo sin darse cuenta de que está lleno de “pelajos”, constituyéndose
en una caverna insalubre y hogar de residuos.
Vamos a ver, dueño de ombligo infecto, eres un
guarrete. Pero claro, no basta con que alguien como yo te lo diga. No tienes
otra perspectiva, porque a tú alrededor solo hay otros ombligos de la misma
calaña. Son como polos opuestos de un
imán. Tienden a establecer, encima, lazos de unión. Lazos de unión entre
marranos.
¿Quieres hacer la prueba definitiva para
detectar a un marrano? Te doy un método. Escoge a un “sospechoso” y enséñale
una foto de un cerdo (animal, no persona). Mejor de esos oscuritos, para
ponérselo más fácil, que tú encima quieres regodearte con el “sospechoso”. Mira
que eres cruel. Una vez que se lo enseñes, pregúntale que ve. No sé qué te contestará,
no soy adivino. Tampoco te voy a decir, ahora, lo que debería contestar para
quedar libre de sospecha. Gánatelo leyendo más, siento que me están llegando
aromas de tu ombligo y hay que “purificarlo” un poco más.
Continuado con el proceso de “purificación” te
contaré un ejemplo insano. Esto es como un exorcismo. Tienes que ver la “luz” para
salir de tu oscuro ombligo.
El ejemplo consiste en productos con marchamo
local; sí, de esos que también hay en tu área geográfica. Evidentemente es un
mercado maduro, en cada zona, y sobradamente conocido. La práctica habitual es
que los “ombligueros” obligan a sus clientes foráneos a acudir a sus puntos de
venta locales. De esta manera se revisten de “guardianes de la fe”, sí. Pero
cada vez venden menos y su “público” mayoritario se reduce a los lugareños.
Vamos, que se produce una endogamia en toda regla. Afortunadamente no lo hacen
todos, pero la falta de unanimidad perjudica al sector.
Por cierto, tú que me conoces, estarás
tratando de adivinar los productos a los que me estoy refiriendo. Tranquilo, te
lo voy a poner fácil, son todos en los que has pensado. Para los que no me
conocen son más de seis productos. En tu zona quizás haya más.
Volvamos, ahora que te veo un poco más
alumbrado, al detector de guarretes.
Si ves la foto de un cerdo (repito, animal y
no persona) y piensas que es un cerdo; estaré ante el, o la, orgullos@
propietari@ de un asqueroso y nauseabundo ombligo.
Si ves la foto del cerdito, y piensas en un
jamón andante; enhorabuena eres capaz de ver más allá de tu ombligo.
Si ves la foto del cerdito, y piensas en una granja
ecológica como aula para los más pequeños (por ejemplo); enhorabuena también.
Hay que tener en cuenta que existen personas vegetarianas y/o con
sensibilidades diferentes que también son capaces de ver más allá de su ombligo.
Ahora, tú decides. Pero no pierdas el tiempo
maldiciéndome, eso no te va a hacer conseguir más y mejores ventas.
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