En una reciente visita a un responsable en una
pyme, después de la parte profesional, tuve la oportunidad de que compartiera
conmigo sus pensamientos sobre algunos problemas que él veía en organizaciones
como la suya.
Comenzó su
discurso con una cita que había leído: “No se pueden dirigir empresas del siglo
XXI con estructuras del siglo XX y directivos del siglo XIX”. Además me habló
sobre su autor: John P. Kotter. He de reconocer que no había leído nada sobre
el autor e investigando, estos días, encontré algunas referencias a su obra en
mi biblioteca. No voy a hacer ningún comentario, hoy no estoy tan atrevido.
Pero, volviendo al origen, sí voy a comentar lo que mi interlocutor y yo
estuvimos debatiendo.
Es cierto que
demasiadas empresas, de nuestro entorno, tienen estructuras obsoletas. Podría
ser más hiriente, al cuantificar y calificar las organizaciones empresariales,
aunque simplemente estaría constando una realidad que conoces sobradamente. Sin
embargo, decir que existen directivos del siglo XIX me parece una “pasada de
frenada”. Entre otras cosas porque el término directivo, en sí mismo, no
aparece en el vocabulario empresarial del siglo XIX. En cualquier caso, esto es
cultura general y tampoco aporta mucho más.
Cuando yo ponía
en duda su afirmación sobre los directivos, entre otras cosas porque se estaba
autocalificando como profesional de hace dos siglos, mi interlocutor me
describió su empresa ampliamente.
Comenzó hablando
sobre su organización interna. El nivel jerárquico superior era el presidente,
y fundador, el director general; su hijo. En ese momento, quizás él esperaba
que yo asintiera, pero le enumeré una veintena de empresas que con esa
casuística (con hijos e hijas, que el género no predispone) están teniendo un
éxito claro. Por tanto el tema, digamos, familiar no es un problema en sí
mismo. El problema es si el director general está ahí por algo más que su
apellido y de cómo se haya desarrollado la sucesión con el resto de la familia,
pero este tema es para los expertos en empresas familiares.
Yo, entonces,
reclamé otras evidencias que justificaran la frase que él defendía. En ese
momento me describió el resto de la estructura, que os relato con sus propias
palabras: “Por debajo de los anteriores
existe un adjunto a dirección (el director en la sombra) con dominio mono-dactilar del teclado de
ordenador, sin formación académica reseñable pero con una gran capacidad de
trabajo y dedicación. A este le siguen
dos directivos comerciales, de sendas áreas de las cinco existentes, sin
formación más allá de la experiencia. En un siguiente peldaño se sitúan, el
responsable de calidad y el responsable técnico; ambos con competencias muy
altas, formación de máximo nivel y experiencia contrastada. Finalmente, en el
penúltimo peldaño, se encuentran el responsable de recursos humanos, un
administrativo que gestiona las nóminas y los contratos, el responsable de administración
y contabilidad, sin papel en el área financiera, y el responsable de sistemas,
para mantener la red y solucionar dudas informáticas. Luego se sitúan los
trabajadores de cada uno de los departamentos.” El que lo describía es el
responsable de administración y contabilidad.
Más allá de que las valoraciones puedan estar
mediatizadas por su percepción; parece algo desconcertante encontrar una
organización que facture 15 M€, cuenta de resultados positiva y 160
trabajadores con esa estructura y equipo. Sobre la evolución del negocio, me
hablaba de: ”cierta decadencia derivada
de la coyuntura general y mejor posicionamiento de la competencia”. En ese
momento, le recordé la cita con la que comenzamos la conversación y le
pregunté: ¿Dónde queda, entonces, la “culpabilidad” sobre la organización y sus
dirigentes? Él no supo darme argumentos
convincentes, la verdad es que yo tampoco los necesitaba.
En este momento las empresas necesitamos
estructuras y dirigentes adecuados, que puedan definir y aplicar una estrategia
llevada a cabo con un auténtico y formado equipo.
Finalmente me despedí de mi interlocutor, no
sin antes decirle: “Gracias, me has
inspirado para mi próximo post. Y, si tu empresa contrata mis servicios puede
que se requiera una verdadera área financiero-contable dirigida por alguien
adecuadamente preparado, con experiencia y capacidad para trabajar en equipo. Piensa,
si llega ese momento, si se contaría contigo.”
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