Las empresas están trabajando con un objetivo
claro encaminado a la supervivencia que pueda permitir el crecimiento. Las
direcciones generales, consejos de administración y demás están luchando por
ello. Pero, ¿están mirando en sus
propias organizaciones comerciales?
Está comprobado que las organizaciones que
ponen la gestión de ventas en el centro de su organización han mantenido mejor
su posición. Sin embargo, los que han situado su único punto de atención en el
impulso de la mejora del rendimiento en otras partes de la organización, no han conseguido que las ventas mejoren. Un
gran error.
Hace mucho tiempo ya, quizás tres o cuatro
años a. de C. (antes de la crisis), asistía a una conferencia donde el término “come
gambas” era aplicado por el ponente a los miembros de las redes comerciales de
las empresas. En ese momento, yo (también) farfullé algunos calificativos que
describían mi impresión sobre el ponente en cuestión. Su visión sobre el área
comercial se centraba más los conceptos que aparecían en los justificantes de
gastos de éstos que sobre su papel en las organizaciones empresariales. Nuevamente,
otro gran error.
Mi perplejidad continuó posteriormente, ya que
busqué la medida en que esa percepción pudiera estar más o menos instaurada y
observé que tenía un calado importante. Es cierto que la realidad nos dice que
es posible que si buscásemos conformar un ejército de comerciales “come gambas” encontraríamos muchos
candidatos. Pero creo que también encontraríamos el doble de gerentes y
directores generales incompetentes.
Puede que sea demasiado tarde para algunos,
pero los gerentes, directores generales y demás responsables de las compañías
deben estar dispuestos a remangarse para transformar sus áreas comerciales.
Evidentemente, esto no es suficiente para conseguir las metas establecidas,
pero es la base.
Hay muchas compañías donde su “cabeza visible”
es el primer comercial de la empresa. Bien por ellos. Yo presumo de lo mismo en
mi compañía. Ahora bien, no todo consiste en eso. Cuando se trata de vender, hay
muchos ejecutivos que creen que vender es un arte. Yo prefiero pensar que es
una disciplina empresarial. Es necesario implementar seguimientos y métodos para
una adecuada gestión que permite tomar decisiones comerciales e implementar sus estrategias para conseguir
los objetivos.
Es frecuente observar cómo las compañías han
optado por la reducción de costes y aumento de la eficacia. Eso está muy bien,
pero no como un pensamiento único y simple que también se aplique al área
comercial sin más. Es probable que todos conozcáis casos de empresas que
diezmaron su plantel comercial y ahora están buscando “el dorado”. Pero es la
consecuencia del pensamiento único, del complejo de dios o similares “esquizofrenias”
directivas.
Yo creo que, primero, habría que observar si
los procesos internos están orientados a atender de una manera simplificada y
normalizada las solicitudes de los clientes o las necesidades del mercado. Es
decir aquellos que mejoren la capacidad y velocidad de respuesta del área
comercial. Seguro que ahora sí tiene sentido, para el lector, que el área
comercial puede ser considerada productiva; hacer más rápido y mejor su
actividad. Esa ecuación también consigue reducción de costes y se traduce en
una mejora del resultado. No voy a relatar las incontables evidencias que
existen sobre la relación entre lo que ocurre cuando se atienden rápidamente y
bien los requerimientos de los clientes y el incremento de las ventas. Es obvio,
pero como muchas otras cuestiones (están también), son poco aplicadas en muchas
compañías.
Las organizaciones de ventas no pueden ir por
libre, ahí tiene que intervenir las direcciones generales y los gerentes. Es
misión de éstos conseguir que el área comercial tenga su reconocimiento y su
participación en la definición del producto o servicio y la estrategia. No son,
o mejor no somos, una suerte de SWAT al que se le fija un objetivo como medio
para mantener el resultado, la organización, etc.
Las empresas tienen que tomar decisiones todos
los días pero éstas serán más acertadas si tienen en cuenta, como se debe, a
sus áreas comerciales.
Conozco a un director general que tiene una
bolsa con un kilo de gambas para vender, pero no conoce a nadie que la quiera.
Al final, antes de que se estropeen, se las va a tener que comer él. Una
adecuada gestión comercial habría conseguido que el “come gambas” hubiera sido
el cliente.
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