Este fin de semana (antes del partido de España, ya estamos más
cerca) hablaba con un amigo de lo fácil que es leer, en casi cualquier sitio,
comentarios, reflexiones, consejos, instrucciones y demás para aquellos que están
pensando o han decidido convertirse en emprendedores y desarrollar el negocio
en el que depositan no pocas de sus ilusiones, su dinero y quizás hasta la
salud.
La mayoría de los que he leído contienen grandes dosis de sensatez
y poseen gran utilidad para todos aquellos que están pensando o han decidido
plantearse el salto al nivel del “emprendedurismo”.
Además, nos encontramos con centros denominados “viveros de
empresas” con vocación (quizás deberían tener más profesión) de ser punta de
lanza para facilitar a los emprendedores encontrar un “centro de operaciones,
tutela y facilitador de sinergias” desde el que dirigir su proyecto.
También existen puntos donde la administración, bajo la
denominación de CIRCE y sus PAIT asociados, facilita la tramitación de alta de
cada una de esos “emprendimientos” formalizando a éstos como empresas.
En paralelo, nos encontramos como se organizan (por doquier)
seminarios, conferencias, etc. sobre “Start-up” de éxito o publicaciones que
demuestran que se puede emprender y no morir en el intento. Incluso hay
empresas que ofrecemos servicios dedicados a los “Start-up”.
Finalmente, casi a diario, se escucha como desde multitud de
estamentos se habla de favorecer la cultura emprendedora como una palanca para
la recuperación económica de nuestro país.
Hasta aquí podríamos englobar los anteriores como los
“facilitadores” del emprendimiento.
Pero por otro lado, he tenido oportunidad de ver como muchos
proyectos nacen y desgraciadamente llega un momento en que muchos mueren. El problema
es que su muerte no es natural, es desagradablemente accidentada (no entro en
valorar actitudes cuasi-suicidas). Cuando me entero de un proyecto que fracasa,
intento averiguar el por qué. Pregunto y, normalmente me cuentan, un conjunto
de motivos relacionados con el “target”, “la posición financiera”, “el margen
comercial”, “el desequilibrio entre acreedores y deudores”, “la ventana de
oportunidad”, “la saturación de la oferta”, etc. Podría seguir con una retahíla
de “términos”, incluso muy técnicos, pero como escuché a un profesor en el IE
(pido disculpas, no me acuerdo de quién) “nada nuevo bajo el sol”.
Entonces, todo esto se produce porque ¿los “facilitadores” no han
hecho su labor? O por el contrario ¿el Sr. Emprendedor no estaba capacitado?
También, puede ser que ¿la idea no era adecuada?, ¿no había suficiente y buena
financiación? O quizás, ¿todas a la vez? O, puede que ¿existan otras razones?
En definitiva, es disertar de cómo el toro mató a Manolete, pero cuando por el
torero no se podía hacer nada ya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario