Tu empresa, tus proveedores, tus clientes e
incluso tu competencia; necesitan tu ayuda.
Cuando digo tu empresa expreso algo evidente. Tienes
la capacidad de ayudar en tu compañía y debes hacerlo. Tu puesto de trabajo,
tus inversiones, etc. están en juego. Es obvio que puedes hacer algo. Ayúdala.
En el caso de tus proveedores corres el riesgo
de omitirlos. Puedes pensar que si los actuales no satisfacen tus expectativas
puedes recurrir a otros. Ya, pero esos otros también necesitarán tu ayuda y
nunca cerrarás el círculo. Al final los problemas revertirán en ti. Ayúdales.
Los clientes, en un principio, te preocupan
más. Son el origen de tus ventas. Y no olvidas, que también, son el origen de
tus flujos de ingresos. Puedes buscar otros, pero (en caso de encontrarlos) también
necesitarán tu ayuda. Ayúdales.
Ahora me queda la competencia. A esos no les
vas ayudar. Ellos originan tus problemas de ventas, te quitan mercado. Yo en este
punto, de entrada, te digo: “Ignorante de la vida”. Vamos a ver, en estos
momentos, te encuentras explorando nuevos mercados y nuevos clientes. Recuerda
que el primero que necesita ayuda eres tú. Colabora con tu competencia y
establece los imprescindibles lazos para hacer fuerza común. No te voy a
descubrir nada que los especialistas, en materia de alianzas, no hayan
constatado ya. Solo necesitas revisar tu agudeza como cuando vas al oculista y
te prescribe unas antiparras que te permiten ver cómo es todo el bosque que no
ves. Ayuda, también, a tu competencia.
Vale, a pesar de que es posible que no te haya
convencido, quizás compartas conmigo que alguno de los “necesitados” merezca tu
ayuda. Menos es nada.
Bien, ¿cómo ayudarles? Me hubiera gustado
poder ofrecerte mi ayuda, pero no puedo. Ahora estoy resolviendo mis propios problemas,
aunque no quería dejar pasar más tiempo sin transmitirte lo que puedes hacer tú
para ayudar.
Lo primero enseña dónde está la raíz de los
problemas. Sí, en que no tienen una planificación adecuada. Sí, en que actúan
por impulso. Sí, en que mientras taponan una herida descuidan la anterior. Sí,
en que viven en el pasado (ojo el pasado es ayer, no más lejos). Sí, en que
toman decisiones tarde. Sí, en que las decisiones tardías no las han podido
evaluar y… Vuelven al primer “SÍ”. El ciclo sin fin se repite, repite y repite
(no pasan más de tres intentos) hasta la ruina.
En este momento, tu “ayudado” va a entrar en
cólera. De una manera u otra no le estas diciendo nada nuevo. Para él no pasa
de ser una regañina. Pero insisto, tu trabajo empieza porque, a pesar de la
crudeza, lo entienda. Nunca le pongas trapos calientes, se honesto con él.
Una vez que has hecho lo anterior, créeme es
lo más difícil, estará en disposición de escucharte mejor. Se ha dado cuenta de
que quieres ayudarle y le vas acompañar en el proceso. El proceso ¿cómo
continúa? Te lo resumo, aunque intentaré poner a tu disposición el desarrollo
completo si tienes la necesidad.
1º Dibuja la realidad de su estado, origen y
aplicación de fondos.
a)
Identifícale, claramente, los orígenes
deficitarios y las aplicaciones erróneas.
b)
Establece la relación entre los anteriores con
su “estrategia”, con sus decisiones.
c)
Segrega aquellas que han dado resultados
negativos y demuéstrale en que punto, exacto, se convirtieron en nocivas.
d)
Redefine y cambia, con él, la “estrategia” y
las decisiones (la planificación será, ahora, adecuada).
2º Construye, con
él, un modelo de análisis y toma de decisiones que le permita evaluar
previamente las que vaya a tomar. El objetivo es que el dibujo anterior sea
aceptable (eliminas el impulso).
a)
Es muy importante que revises, con él, sus
procesos de análisis y lo que tiene en cuenta. Seguro que observas muchas
cuestiones que no analiza.
b)
Establece, con él, las relaciones entre lo que
ocurre, sus decisiones y sus repercusiones sobre toda la organización (esto son
las heridas que se olvidan para tapar otras).
3º Evalúa, con
él, cada proceso que hizo en el pasado. Evidencia, con él, aquellas cosas que
hizo que ahora no funcionan como antes. Asegúrate de que entiende cómo hacerlo,
mañana lo tendrá que hacer solo (dejará de vivir en el pasado).
4º Estructura,
con él, su día a día. Explícale aquellas tareas que, sí o sí, han de hacerse
sistemáticamente y que son imprescindibles para tener una adecuada información.
Recuerda, es un buen profesional. Ante la evidencia, actúa y ahora lo hará
mejor (ya no tomará decisiones tarde).
5º Asegúrate de
que, “cinco minutos” antes de tomar las decisiones, evalúe las consecuencias en
diferentes escenarios. Mínimo tres; el pésimo, el malo y el bueno. Con todos
ellos, más aún con el pésimo, tiene que tener su plan de contingencias preparado.
¡Ojo! La decisión en el escenario pésimo tiene que garantizar la supervivencia.
Nunca le permitas que se tire a un precipicio (ahora las decisiones son
evaluadas).
Espero que tú sí seas capaz de ayudar en tu
entorno. Esto es una cadena y, ahora que miras más allá, verás que todo ello redundará
en tu propio beneficio. Sé que no te basta con sentirte bien ayudando al
prójimo sin más. En esto eres como yo, no tenemos la capacidad de ayudar al de
al lado por nada. Ya sabes yo, hoy, no puedo ayudar a nadie a cambio de algo
(estoy enfrascado en lo propio). Espero que tú sí puedas hacerlo y si puedes
obtener un beneficio mejor.
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